José Lamont Hernández: Su canto se hizo paisaje
El 2025, año en que celebramos el 50 aniversario de la publicación del Rezo el Credo de Aquiles Nazoa, nos enfrenta otro adiós doloroso. Anunciamos el cambio de paisaje del maestro cantor José Lamont Hernández. Desde el Movimiento Aquiles Nazoa rendimos gratitud a un amigo, un padre cultural, un trovador incansable que, a través de su guitarra y su voz, nos enseñó a creer en los poderes creadores del pueblo, en la amistad como el invento más bello y en el sortilegio de la música.
En la identidad cultural de Venezuela, José Lamont es una de esas figuras silenciosas y poderosas que dedicó su vida a lo que creía. Con una trayectoria que se gesta en los aguinaldos escolares, se fortalece con la Canción Necesaria de Alí Primera y madura en la diversidad de géneros, desde el bolero hasta la gaita zuliana, Lamont demostró que la música es un río que fluye libre, adaptándose y nutriendo cada rincón que toca.
Un Trovador de la Canción Necesaria
José Lamont Hernández fue un hombre de compromiso. Su camino artístico no fue ajeno a los valores que lo definían. Creció acompañando a su padre, un cantante de boleros y tangos, lo que le permitió entender la hondura de la emoción humana. Sin embargo, su corazón latía al ritmo del canto social, de la protesta, de la esperanza. Fue en Maracaibo con el grupo «Vencemos», en Punto Fijo con la Coral Amuay, y en Amazonas con «La Trova del Río», donde su voz se hizo eco de los sin voz.
En cada lugar que pisó, Lamont se convirtió en un faro cultural. Su programa de radio «La Cultura Canta… y Cuenta» fue una plataforma para las historias y la música de la gente, un espacio donde la poesía y el arte se entrelazaban con la vida cotidiana. Como él mismo dijo, se dedicó al «canto social, conservacionista, pacifista y folclórico;… con el amor, la vida, los niños, los ancianos, el país, Latinoamérica, el planeta…y su gente».
El Eco de Aquiles Nazoa en su Canto
La vida y obra de José Lamont se pueden entender a través de los versos de Aquiles Nazoa. Si el poeta «creía en los poderes creadores del pueblo», Lamont era la encarnación de esa creencia. Él fue uno de esos creadores que, sin buscar el protagonismo, nutrieron el alma de nuestra gente. Cada canción, cada concierto, cada esfuerzo por difundir la música folclórica y comprometida, era un acto de fe en el arte como «vía hacia el disfrute de la vida perdurable». Su legado es la prueba de que, para sentir el sortilegio de la música. Como cantó Alí Primera: llevamos un poco de su vida dentro de nuestra guitarra.
Su partida es un recordatorio de que los grandes hombres no se miden por la fama, sino por la huella que dejan. José Lamont nos dejó un sendero de notas y letras, un mapa para seguir creyendo en el poder del arte para transformar el mundo.
La Trova del Río Fluye hacia el Mar
Hoy, la Trova del Río se une al gran océano de la memoria. Pero su corriente no se detiene. El legado del maestro Lamont es un llamado a las nuevas generaciones a tomar la guitarra y seguir cantando. A continuar con el canto social, a honrar a nuestros ancestros musicales, a contar nuestras propias historias. No es un adiós, sino un hasta luego, Maestro. Gracias por su amistad.
Alto Vuelo a nuestro Chamán del Canto!!
FUISTE MI PACIENTE CONSENTIDO ME DEJAS UN APRENDIZAJE GRANDE COMO USTED. YA CUMPLIDO SU MISIÓN TERRENAL AHORA TE TOCA ACOMPAÑAR AMI DIOS EN EL CIELO NUNCA TE OLVIDARE TQM Y GRACIAS POR TANTO MUCHAS BENDICIONES 🙏🏼😞