José Antonio Ramos Sucre: Celebramos su prosa e inmortalidad poética

José Antonio Ramos Sucre

Hoy, 9 de junio de 2025, celebramos el natalicio de José Antonio Ramos Sucre (1890-1929), una figura cumbre de las letras venezolanas cuya obra, aunque forjada en una vida breve, se alza como un monumento imperecedero en el panorama literario universal. Más allá de los desafíos personales, la genialidad de Ramos Sucre se manifestó en una poesía de prosa única, visionaria y profundamente original, que lo consagra como un erudito y un maestro para generaciones de amantes de la palabra.

Nacido en Cumaná, Ramos Sucre fue un intelectual polifacético: poeta, ensayista, educador, traductor y diplomático. Su incursión en la literatura se evidenció en reconocidas publicaciones como El Cojo Ilustrado. Su obra poética es la que lo inmortalizó. Caracterizada por un uso magistral del simbolismo, la mitología, personajes históricos, lo fantástico y lo esotérico, Ramos Sucre se atrevió a explorar las profundidades de la existencia, incluyendo el tema de la muerte, con una intensidad que pocos lograron igualar.

Su estilo, a menudo calificado de pre-surrealista o vanguardista, desafió las clasificaciones de su época, generando análisis y debates que perduran hasta hoy. No se trataba de un mero ejercicio estilístico; en cada línea, Ramos Sucre superponía la versátil metáfora del hombre y sus civilizaciones con la ineludible fijeza de su destino. Como bien lo señala Ángel Rama, en su proceso fabulador «se establece una suerte de extraña corriente y reciprocidad entre lo real y lo imaginario», con una adjetivación suntuosa y precisa que otorga a sus textos una intemporalidad única.

 

La semilla de la gloria en su propia consciencia

Aunque superficialmente juzgado por los críticos de su tiempo, Ramos Sucre poseía una convicción inquebrantable en el poder de su lírica. En una carta premonitoria a su hermano Lorenzo, apenas meses antes de su partida, afirmó con absoluta certeza: «Creo en la potencia de mi facultad lírica. Sé muy bien que he creado una obra inmortal y que siquiera el triste consuelo de la gloria me recompensará de tantos dolores». Esta declaración no era un eco de vanidad, sino la lúcida comprensión de un genio que sabía el valor intrínseco de su creación.

Sus obras, como ‘Trizas de papel’ (1921), ‘Sobre las huellas de Humboldt’ (1923), ‘La torre de timón’ (1925), y ‘Las formas del fuego’ (1929) y ‘El cielo de esmalte’ (1929), son hoy consideradas joyas de la literatura. Aunque su reconocimiento masivo llegó en los años sesenta, su influencia es innegable, siendo una referencia esencial para las nuevas generaciones de poetas.

 

Un legado que trasciende el tiempo

La sabiduría y rectitud que demostró como juez, su labor como profesor de latín e historia universal, y su destreza como traductor en la Cancillería, son prueba de una mente brillante y un espíritu cultivado. Sin embargo, es su poesía en prosa la que aún nos ilumina. Juan Liscano lo describió como un «refinado, un aristócrata del lenguaje, un hombre nutrido de una cultura clásica y romántica cuya escritura asume en tono trascendente y suscita sentimientos nobles de desespero, soledad y elevación».

La creación de la Cátedra de Literatura Venezolana José Antonio Ramos Sucre en la Universidad de Salamanca es un testimonio global de su inmensa contribución. Hoy, recordamos a José Antonio Ramos Sucre no solo como el poeta que «sentía una hipnótica fascinación por lo oscuro y los abismos», sino como el visionario que, a través de «trazos relampagueantes de lenguaje», logró iluminar antes que explicar, asegurándose un lugar imperecedero en el corazón de la literatura venezolana y universal.

Su obra, publicada por prestigiosas editoriales como Monte Ávila Editores Latinoamericana y Biblioteca Ayacucho, sigue siendo referencia, confirmando la inmortalidad que él mismo predijo. Ramos Sucre, ya no puede escapar de los hombres; su legado poético lo ha anclado eternamente en la memoria colectiva, un faro inextinguible para todos los amantes de la palabra.



Centro de Investigaciones Aquiles Nazoa.

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