Oh, escuela de mi niñez,
donde en las tardes llovía
¡quién pudiera, en un tranvía,
ir a tu encuentro otra vez!
Cerca ya de la vejez
no te he podido olvidar,
pues en mi afecto un lugar
donde aún me cantas, existe,
y en el que -siempre más triste-
comienza el año escolar.