Aquiles canta el inmortal amor de Hans Christian Andersen
Hoy, 4 de agosto de 2025, se cumplen 149 años del fallecimiento de Hans Christian Andersen, el inmortal cuentista danés cuyas historias han poblado de maravilla la imaginación de generaciones. En el Centro de Investigaciones Aquiles Nazoa (C.I.A.N.), aprovechamos esta significativa fecha para revisitar una de las obras más conmovedoras de nuestro querido «Ruiseñor de Catuche», Aquiles Nazoa: la entrañable «Balada de Hans y Jenny». Este poema, una joya de la lírica venezolana, rinde tributo a un amor singular, que nos hace reflexionar sobre la naturaleza del afecto, la belleza de lo cotidiano y la capacidad del arte para trascender el tiempo.
Aquiles Nazoa, con su maestría habitual, teje en «La Balada de Hans y Jenny» una narrativa poética que va más allá de un recuento. Nos adentra en la esencia de un amor que, aunque marcado por la distancia y las circunstancias, perduró en el espíritu de sus protagonistas: Hans Christian Andersen y Jenny Lind, la célebre «Ruiseñor de Suecia».
Andersen, conocido por la sensibilidad que impregnaba sus cuentos, encontró en Jenny Lind, la aclamada soprano, un alma afín. Si bien su relación nunca se consumó en el matrimonio, el afecto y la admiración mutua fueron patentes. Nazoa capta esta dinámica con una delicadeza sublime: «Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.» Este primer verso establece el tono de una balada que celebra un “amor platónico”, un afecto que se nutre de la conexión espiritual y la admiración mutua.
El poema nos lleva a un mundo donde el amor se manifiesta en las cosas más sencillas: «Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana bajo la lluvia. Era estar en el campo y descubrir que hoy amanecieron maduras las cerezas.» Estas imágenes poéticas, tan características del estilo de Nazoa, evocan una sensación de pureza y alegría en la experiencia amorosa. Nos muestran un amor desprovisto de grandilocuencia, arraigado en la dulzura de los pequeños momentos compartidos.
El amor desde las cosas más sencillas
Uno de los aspectos más fascinantes de la «Balada de Hans y Jenny» es cómo Nazoa ilustra la conexión entre los amantes a través de las experiencias cotidianas. A pesar de los viajes y la distancia física («A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos»), su amor persistía en la percepción del mundo:
«Por ejemplo, Hans reconocía y amaba a Jenny en la transparencia de las fuentes y en la mirada de los niños y en las hojas secas.
Jenny reconocía y amaba a Hans en las barbas de los mendigos y en el perfume del pan tierno y en las más humildes monedas.»
Este pasaje es una joya de la poesía de Nazoa. Revela cómo el amor verdadero trasciende la presencia física y se convierte en una lente a través de la cual se percibe la belleza y la humanidad en el mundo. La capacidad de encontrar al ser amado en las manifestaciones más humildes y universales de la vida es una prueba de la profundidad y la autenticidad de su vínculo. Esta idea evidencia el pensamiento de Aquiles Nazoa, quien siempre exaltó la belleza de lo sencillo y lo cotidiano, la magia que reside en lo que a menudo pasamos por alto.
El legado de un sentimiento y la eternidad del arte
El poema no elude el desenlace de esta historia de amor. A pesar del poderoso afecto, la vida tomó su curso y Jenny se casó y formó su propia familia. Sin embargo, para Hans, el amor por Jenny no disminuyó, sino que se transformó en una presencia constante: «Pero Hans siguió amándola hasta la muerte, en su pipa de espuma y en la llegada del otoño y en el color de las frambuesas.» Esta persistencia del amor, más allá de la posesión o la reciprocidad convencional, es un testimonio de su pureza y desinterés.
La «Balada de Hans y Jenny» de Aquiles Nazoa no solo nos habla del amor entre dos personas, sino que también nos remite al poder de la expresión artística para inmortalizar los sentimientos. La propia Jenny Lind, con su voz, era un vehículo para el amor de Hans: «Y es que cuando Jenny cantaba, era el amor de Hans lo que cantaba en ella.» Así como Andersen vertió su alma en sus cuentos, Jenny lo hizo en su canto, y Nazoa, a su vez, en este poema.
Con su aguda observación de la condición humana y su profundo aprecio por la sencillez y la autenticidad, Aquiles encontró en esta historia un eco de sus propias convicciones. Su obra literaria se fundamenta en un esencial humanismo, una celebración de la vida y sus múltiples facetas, incluyendo el amor en todas sus manifestaciones.
En esta balada, Nazoa no solo narra un episodio de la vida de un célebre cuentista, sino que también nos ofrece una ventana a su propia visión del amor: un amor que es universal, que se encuentra en la cotidianidad, que perdura en el tiempo y que puede ser tan sublime en su forma platónica como en su expresión más tangible.
En el 149 aniversario del fallecimiento de Hans Christian Andersen, «La Balada de Hans y Jenny» de Aquiles Nazoa sigue demostrando que el amor, en sus formas más puras, puede ser tan atemporal y hermoso como los cuentos de hadas. Es necesario mirar más allá de lo evidente, para encontrar la magia en lo ordinario y celebrar las conexiones humanas que enriquecen nuestra existencia. El legado de Andersen perdura en sus historias, y el de Nazoa, en la manera en que su poesía nos enseña a amar y a percibir el mundo con asombro y ternura.
Coméntanos ¿Qué otras historias de amor en la literatura te han conmovido de manera similar?